Ahora soy capaz de verte,
te veo y te veo motorizándome.
No siempre estuviste ahí, y si
lo hiciste pude no verte,
pude anclarme a la tierra
para salir de ella
y encontrar universos nuevos, nuevos
mundos.
Ahora me acompañas de nuevo, y
te veo constantemente,
me persigues, me pones el pie,
me separas de mi misma
otra
vez.
El problema
es que formas parte de
mí.
Y al estar, dejo de ser esa
mujer de hierro, de fuego
de fuerza y valor. Dejo
de ser esa mujer y me descubro
niña, niña con
necesidad de ser sostenida,
porque sus pies
no tienen peso.
Su imaginación de globo
la lleva por los aires
a los lugares
más oscuros del bosque.
Y el globo explota
entre ramas y arañazos,
y cae a la misma boca
del lobo,
que también
es suya.