No sé si me he sentido así alguna vez, es muy probable que sí pero como estoy sintiendo ahora no puedo sentir "antes". (Por qué pensar lo que siento si ya lo estoy sintiendo?)
Lo digo por lo que tú y yo solemos decirnos.
Cometí el acierto, o el error (dejo los juicios al azar), de echarle un ojo a tus Diarios de desamor.
Es muy fácil darse cuenta de nuestras distintas realidades, de las etapas de nuestras vidas. Antes tu única y pura verdad era ella, la llamabas incluso como a veces me llamas a mí. Y aún así, estás convencido de que nunca te habías sentido así con alguien. Menos mal que la desmitificaste, menos mal que sabemos cómo era ella verdaderamente y cómo era su espalda (es una lástima que ella jamás pueda vérsela). Aún así vivías encantado por ella, tal vez tan encantado como estás conmigo ahora. Eras joven, aunque no sé si tan joven como yo.
Veo trozos de tus sentires pasados. De tus angustias, de tus tristezas, de tus exaltaciones, de tus miradas. Todo sigue una misma línea. Toda palabra poética está condenada por el aroma de la magnificencia, del engrandecimiento. Diarios de amor y de desamor, de eso se trata. No importa el quién ni el dónde, importa eso: el amor en cuanto a dolor.
Los poetas se enamoran de una diosa o de un dios inalcanzable o alcanzable, pero inmerecido tal vez. Y luego viene el desamor.
Vendrá más tarde el desamor?
Y efusivamente escribes y enmarcas y pones en un altar al pobre y desdichado desamor.
Resulta que es verdad que el desamor abre muy fácilmente en nosotros, los humanos, una puerta que conecta directamente con nuestras facultades creativas,(bellísima creatividad). Qué tristeza. Y podría hacer una oda a lo decadente de la creatividad humana ligada a lo decadente del sentimiento humano (buenísima paradoja). La moda es sufrir. Padecer.
No, no estoy enjuiciando a nadie, a ti te uso como ejemplo, y perdona por hacerlo, espero que no te moleste.
Hablo de un pasado y de un posible presente.
Se cruzan varias líneas. No estoy siendo clara, pero tampoco me interesa serlo.
Y se me viene a la mente lo "sublime" y los naufragios románticos que Goethe ensalzaba sobre la vida como naufragio. El vivir es naufragar.
Diarios de desamor.
Sentimientos que hieren permanentemente y que hacen al humano pequeño e insignificante.
En el fondo somos pequeños e insignificantes, pero es que a veces lo pequeño e insignificante es lo más grande y lo que le da sentido a todo. Lástima que estemos tan enfocados en lo externo, en lo que vemos y escuchamos sobre todo, que nos olvidamos de nuestra propia e individual existencia, así como de nuestra condición temporal.
Diarios de amor.
Amor puro, no amor mitificado, ni enviciado con necesidades personales, sino un amor desinteresado. No encasillemos al amor al de la pareja, sino al sentimiento que se puede tener hacia absolutamente todo. Un amor que simplemente acepta y dejar ser.
Te deja ser.
Ah, perdón! Pero es que la moda no es esa...
Diarios de desamor.
(Nota: no se hacen menos los sentimientos, ni el dolor que puede provocar un desamor, sino el recrearse en él; el enamorarse de un sentimiento que enferma.)