Te enterré en el río.
Tu panza femenina estaba negra, invadida; fuiste invadida sin
yo saber nada.
Me avergoncé de llevar tu cadáver descubierto
La gente nos miró con morbo. El camino fue eterno
a plena luz del día.
Este calor contrasta con tu frío cuerpo, que ya puede
transformarse en cualquier otra cosa.
Has dejado de
existir.
Pero exististe.
Y mis palabras se dirigen a la
nada.
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