Thursday, April 30, 2009

tras unas costillas

Si no me hubiera ido de Argentina, tal vez todos mis organos seguirían envueltos en aquél plástico transparente.

Por alguna razón, después de un año de estar en México, uno de mis órganos perdió ese plástico que lo guardaba:
Respiró.
Se sentía libre, contento, capaz de verse a si mismo, sintiendo las dimensiones de su cuerpo cada vez que necesitaba moverse.
Se resguardaba junto a los demás órganos, y fue feliz así durante un tiempo.

Al año y once meses se comenzó a sentir desprotegido, solo. Quería volver a sentirse libre como al principio, pero ahora el estar expuesto a la intemperie le producía un terror insoportable. Era blando. Era débil.
Quiso volver a recuperar ese plástico que lo envolvía, pero no lo volvió a encontrar; lo había tirado por la euforia que había sentido al principio cuando aprendió a respirar, cosa que a veces se le olvidaba, y se ahogaba en el agua de su angustiosa soledad.

Separado de los demás órganos, protegidos por su plástico transparente, se puso a llorar. Ahora espera que un milagro lo salve para sentirse protegido en una tierra de nadie, en un hogar sin hogar.

Saturday, April 25, 2009