Friday, September 18, 2009

Concierto gratis...

Abrió un grupo que me encanta, he visto su proceso en un concurso de bandas que hicieron en Salamanca. Conozco al bajista. Me lo presentó un compañero de clase de alemán, que me solía invitar a escucharlo tocar el chelo o el piano en El Savor.
Luego subí a las gradas, me senté y escuché al otro grupo. Lourdes me había explicado que ellos antes eran medio skinheads, pero tras escuchar una canción nos hemos dado cuenta de que eso no es así.
De hecho, sin saberlo, conocía ya una canción de ellos. Y fue como dar un salto en el tiempo. Me acordé de Madrid: de los hombres que brindaban gritando “darth vader”, y que cantaban esa canción con muchísimo fervor en el Madrid Madrid. Me acordé de su pasión por The big bang theory. El ruso que tenía novia pero que a veces buscaba mi mano con la suya. La mirada de un tipo tras unos lentes, y unos bigotes mal-crecidos. El gordito que estaba en mi residencia y que no dejó de llamarme el año pasado aunque yo no contestase el teléfono. Argüelles y todos los Skinheads que estaban ahí. La música que era miles de sonidos al mismo tiempo con voces terroríficas. Los dardos y las apuestas. El patio donde intenté detener a una mujer enorme y agresiva, mientras todos nos veían desde arriba y por todas partes reían. Las paredes graffiteadas que apenas se notaban en la oscuridad.
Me sentía totalmente ajena al concierto. Muchos se emocionaban al escuchar cómo empezaba alguna canción y gritaban. Yo sólo podía sentir un ardor fuerte en la garganta y el pecho. Fue como si viera todo a través de un vidrio, se me hacía muy raro tener frío en un lugar con tanta gente activa.
Entonces, viéndolos a todos desde arriba, con una gran distancia, me fijé en la burbuja-condón suspendida en el humo, en luces de un submarino de colores de donde quería escapar una voz absorbida por las batallas estruendosas de las bombas y de las cuerdas que quebrantaban el agua. La burbuja decidió bajar, buscando la arena movediza y esta la rechazó varias veces con su movimiento hasta que la arena se calmó junto con la tormentosa guerra, fue entonces cuando la burbuja naufragó y murió. De la arena movediza fueron surgiendo estrellas poco a poco, creando constelaciones que se movían como follajes de árboles al viento, a la melodía de la música. Fue entonces que la voz salió del submarino y cayó en un hueco hueco eco. Pero al sentir como empezaba de nuevo la batalla se fue escondiendo nuevamente en su guarida colorida, relampagueante. Un petardo sonó agudo, cerquita, cerquitititita, chirriante. Un quejido común ensordeció los oídos, y el petardo no caía y no cayó, hasta cubrirse por la guerra de sonidos.

Tuesday, September 1, 2009

A veces dejo de escribir porque siento que me expongo demasiado sin saber exactamente quién me lee... Es como ir ciegamente por la calle; no ves quién está observando cuándo tropezarás. Debería estar acostumbrada, lo único que hago es eso, tropezar.

México...

Regresé hace dos días a Alemania...

En México pasaron tantas cosas y tan pocas... fue un mes y medio exprés, intenso, maravilloso, donde me olvidé de todo lo demás y me dediqué a simplemente estar. Al principio no importaba la gente sino el lugar... después la gente fue cobrando cada vez más importancia, convirtiéndose en el lugar mismo.
Me perdí tanto ahí que entonces se me olvidó la existencia de los últimos dos años, veía España como un sueño borroso y lejano. Como si todo lo vivido hubiera sido sólo parte de mi imaginación.
Así me siento ahora con México, y con todo. En la tierra de nadie...

Contar todo el viaje sería demasiado... así que iré por partes.

Primero viajé a Madrid.

Ahora que lo pienso, suelo estar bastante fuera de mí... odio las despedidas, ya estoy cansadísima. Lo digo porque en Madrid estaba bastante ausente, acababa de pasar la despedida de Roro, un portorriqueño del que nunca les hablé, y de Anne, la alemana... Se amontona todo... Me reencontré con una amiga, Lucía, que no veía hace años. Nos la pasamos poca madre, sólo que yo no estaba totalmente ahí... Estaba en todo y en nada. Estuvo muy intenso... En la semana que estuve por ahí mi doctora me habló durante una hora mientras yo estaba acostada incómodamente en la camilla. Ella había jalado una silla, y comenzó a decirme que juntas teníamos que salvar al mundo. El farmacéutico me había pedido el número de teléfono para llamarme si es que les llegaba la medicina que necesitaba... sólo me llamó para invitarme a una "ronda de cañas", mientras yo tenía la excusa perfecta: me voy del país.

Después viajé a Colonia y, después, viajé a Berlín.

La unión de varias personas que no se conocían fue bastante caótica. Le había comentado a Anne que estaría ahí porque vería allá a Lucía y a su amiga Paulina. Aldo me acompañaría desde el principio. Anne de agregó al plan; acepté sin problemas. Luego Jose, un español que conocí a través de Anne, se agregó al plan; acepté confundida. Ahí mismo nos encontramos a Diana, amiga de Aldo y mía desde Argentina. Resultado: cada quien se dividió conforme a sus intereses: Paulina, Anne y Jose se fueron a beber desde las 8 am; Lucía, Aldo y yo fuimos a conocer Berlín... Por la noche nos juntamos y hacíamos los que unos sabían mejor que otros: beber.
Terminé lesionada en un hospital a causa de un baile salvaje con gays: 7 puntos en la mano.

Depués viajé a Colonia y, después viajé a México...

(to be continued...)