Con lo sencillo que sería escribir sin pseudónimos y viajar
por el mundo de las ideas,
mías todas,
porque se trata de mi palabra, y no de otra.
El problema es darle voz a la palabra,
¿para qué viajar a tierras desconocidas
si los transeúntes se pueden mostrar hostiles
y ciegos o excesivamente videntes?
Es como si no tuviera el peso suficiente
para ir por ahí
sembrando o mostrando
me.
Ser sin ser vista.
Como el fantasma que dices que soy
yo por mí misma, sin pedirme ayuda y con infinitud de obstáculos
que son mis propios pies.
Hola, doctor. Tengo
demasiados pies, una
infinitud de pies para ser exactos,
que se entorpecen entre ellos
y no quieren avanzar en línea recta.
No consigo avanzar. La
voz del miedo me
deja sin voz
y me hago pequeña.
Lejos del mar internauta
donde ya no hay identidad
donde ya no hay
nada.
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