Monday, May 11, 2015
Leo sobre la literatura contemporánea. Leo nombres. Leo porque mis ojos avanzan, y en mi cabeza resuenan letras, palabras inglesas. Imágenes de mi tía, cómo nos anunciaron su muerte, qué hacíamos, cómo reaccioné. Fuimos rápido, mamá estaba enfadada, ella quería estar a su lado, pero estábamos todos tan cansados. No pensaba en nada, había mucho dolor, dolor que me pertenecía y que se reflejaba en rostros ajenos, tan vivos. Mi tía yacía en la cama. Y muchas lágrimas. Un ambiente aterrador. Todavía la muerte estaba ahí. Lo inundaba todo, no sólo esa habitación, sino que se había metido hasta las tuberías de la cocina. Llegaba gente, mucha, y había un muerto en la casa, cada vez más verde. Era aterrador y doloroso. Me había despedido varias veces de ella. No la reconocía. Yo jugaba en su jardín, recogiendo flores. Un jardín que era un bosque. Su flor favorita el alcatraz. Al menos tenía una en esa casa de piedra. Reuniones familiares, fiestas, entomatadas. En la cocina siempre. Alimentándonos a todos. Yacía sobre la cama. Hicimos un círculo. Nos tomamos de las manos. A ella también. Tomábamos la mano de la muerte. Nos rodeaba enteros. Hablamos. Nos despedimos una vez más. Antes de enterarnos del cáncer que acabó con ella en un mes, jamás había pensado en la posibilidad de su muerte.
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